Antes que
todo permítanme disculparme por no haber escrito nada la semana pasada. En
realidad no fue porque no quisiera sino por falta de tiempo pues me todo
adentrarme en el mundo tenebroso del networking.
Desde que volví de la conferencia en la que me encontraba en Brisbane he
buscado el término en español a esta peste pero al parecer la Real Academia de
la Lengua no ha encontrado la etiqueta adecuada para este vocablo anglosajón
que básicamente significa: crear una red de contactos hablando estupideces.
Sí, no lo
voy a negar odio el networking. Casi
igual que el agua negra del trapero. Me muero del tedio tener que hablar de
temas que no me interesan con gente que no me concierne y que muy probablemente
nunca más volveré a ver. Preferiría mil veces pasar mi tiempo en las calles de
la tercera ciudad más grande de Australia, disfrutando de un clima caluroso y
tropical. Pero no, la segunda razón más importante de mi ida a la conferencia
era el misterioso networking.
¿Por qué? Yo
no lo sé, mi jefa probablemente tampoco, con el que voy a networkear menos y los mil participantes en la conferencia posiblemente
tendrán mejores cosas que hacer también, sin embargo todos networkearemos. Esa es la “belleza”
del networking, que uno nunca sabe cuándo
le va a ser útil. Los networkeadores
natos tienen la destreza de saber que cotillear así no les interese lo que la
contra parte tenga para decir, es algo así como demostrar lo sabios, chistosos,
interesantes y exitosos que somos para que si el día de mañana si se necesita
un favor de alguien, tenga más chance de que lo ayuden. ¿En serio? Que pereza,
viajar hasta Queensland para tener que escuchar tanta babosada.
Es
chistoso, porque yo no soy una persona tímida, ni que se me dificulte hablar
con gente nueva, es más por mi trabajo lo hago todo el tiempo con los nuevos
estudiantes pero en un ámbito netamente profesional me da mucha aburrición. ¿No
se supone que si uno aplica a un trabajo, lo gana en base a su experiencia, mérito
y entrevista? ¿No se supone que si uno puede ayudar a alguien lo hace sin
esperar nada a cambio? Entonces ¿para qué coño necesitamos networkear? La otra cosa simpática del networking es que normalmente después
de las formalidades va acompañado de alcohol, a lo cual por supuesto no me
opongo, sin embargo una vez el nivel de alcohol ha sobrepasado los límites controlables,
el networking se convierte en pura compinchería.
Y acá en Australia es más como un espectáculo de en realidad como no
comportarse con los colegas del trabajo.
Para mí el networking es como una bestia indomable
que en cualquier momento ataca, y cuando lo hace en vez de salir corriendo toca
sonreír y quedarse quieto mientras se lo devora a uno lentamente. Es como el bebé de la visita el cual le es
indiferente a uno pero que de todas formas toca alzar, jugar y al mismo tiempo rogar que la
baba no se le salga y le caiga a uno en la camisa o en la cara, pero si así es
hay que alegrarse y limpiarse sin poder protestar. Es tener que decir que el niño esta hermoso a
pesar que por dentro esta uno escandalizado con las similitudes del mocoso a un
melón piel de sapo o tener que piropear los avances didácticos de la muchachita
sin importar que claramente un polluelo de avestruz recién eclosiónado tiene más
destreza.
Yo propongo que nos saltemos el networking y
empecemos de una vez por la camarería, así las conferencias serían más entretenidas.
Ahora que pienso, networking es la forma cool de decir lo que en Colombia se
conoce como lagartear, así que de pronto la Academia Real de la Lengua no
necesita inventarse un nuevo término para algo en lo cual los políticos latinoamericanos
son expertos. Pero si de perder el tiempo se trata pues entonces mejor me voy a
limpiar la casa o a recoger los nísperos del jardín, al menos así no tengo que
pretender estar interesado en un montón de chorradas que a la hora ni me
acordare.
1 comentarios:
Juan, me mate de la risa con el blog del networking, aqui en Vancouver es todo lo que se hace para tener negocio......Mendy
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