Tratamos, pero no ganamos



Algunas veces a pesar de hacer todo lo posible para que algo funcione al final no resulta. Es difícil aceptar que aunque se probó todo, los resultados son sencillamente no lo que uno esperaba. En estos momentos estoy pasando por esto. A mis 31 años y por razones que no puedo explicar nunca he podido gozar de una buena relación con mi papá y esta semana creo que una vez más ha tocado fondo. Para muchos es muy seguramente impensable no tener ningún tipo de contacto con esta persona que se supone es tan importante en la vida del ser humano, pero en mi caso la relación es tan nociva que para mi propio bienestar es mejor cortarla de raíz. Ya el año pasado a causa de la muerte de mi abuela materna decidí bloquear todo tipo de contacto con esta persona y duré casi año y medio sin cruzar palabra; afortunadamente no vivimos juntos, sin embargo hace unos meses sucumbí a sus intentos de acercamiento y desafortunadamente una vez más se convirtió en un agente desestabilizador en mi vida, que en vez de amenizarla hace que produzcan en mi los sentimientos de malquerencia que nadie más sobre la faz de la tierra me hace sentir.



Miles de veces me he sentado a tratar de entender o analizar la forma de pensar y de actuar de este personaje, pero nunca logro llegar a una conclusión que me ayude comprender y a simpatizar con su proceder. Es claro que los hijos no estamos aquí para psicoanalizar a los padres, pero ¿hasta qué punto por el simple hecho de una relación de sangre debe uno soportar algo que no produce ningún tipo de satisfacción ni alegría, sino todo lo contrario? La base de todo tipo de relación es el simple hecho de poder confiar en lo que la otra persona dice o hace, pero si este fundamento es roto una y otra vez ¿cómo hace uno para relacionarse con alguien que dice con la voz entre cortada que lo quiere a uno mucho, pero sus acciones representan totalmente lo opuesto? ¿Cómo hace la gente para poner la otra mejilla una y otra vez después de cada bofetada? Debe ser que yo estoy muy lejos de la enseñanza de la biblia porque yo con la segunda cachetada ya tengo suficiente para no volver a acercarme.



Desafortunadamente creo que mi papá representa el agua y yo el aceite y como no se pueden mezclar una vez más he decidido alejarme y esta vez es para siempre. Hay decisiones que en la vida uno tiene tomar a pesar de todo el dolor que produzcan, así se sienta un malestar fuerte en las entrañas, pero al final uno sabe que son las decisiones correctas y que después de los trabajos de la siembra se recogerán los frutos. Nosotros hemos intentado todo pero parece que no fuimos hechos para poder convivir el uno con el otro y como la meta de cada cual en la vida es ser feliz yo creo que lo mejor para los dos es que cada cual siga con su vida para dejar de tener que lidiar con la piedra en el zapato que yo represento para su vida y él para la mía. Así que con esto me despido de esa persona que debió ser fundamental en mi vida pero que por cosas del destino no nos logramos entender. Tratamos, pero no ganamos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Posteo tu texto que me ha parecido muy interesante y estoy de acuerdo contigo en todo...solo un detalle,deja la puerta abierta por si se le ocurre volver.
Lo mejor para tí , no solo en estos dias si no el resto del año.
Un fuerte abrazo Prometeo y gracias por todo.
Tere Marin

Prometeo dijo...

Gracias Tere por todos tus mensajes y los mejores deseos para ti y los tuyos para el 2009.

Prometeo.